En más de una ocasión damos gracias por vivir en la era tecnológica actual, debido a todas las ventajas que se nos presentan. Pero también existe un lado negativo, y en el deporte se corresponde a la falta de espectáculo al sentirse los deportistas "robotizados" y "manejados" por los directores o jefes.
La edición que estamos viviendo del Tour de Francia es la más aburrida de los últimos años, con equipos sin ganas de vestirse de amarillo para no tener que trabajar las etapas posteriores, dejando pasar los Pirineos para jugarse todo a una carta en los Alpes...todo esto en medio de la polémica de los pinganillos. El ciclismo de antaño (según cuentan) no entendía de etapas de recuperación, eran continuos ataques en bajadas, subidas, llanos, desde el principio de la etapa, etc. Puede que sea casualidad, pero desde la implantación del pinganillo se ha perdido algo de diversión, puesto que los ciclistas no atacan hasta que no reciben la orden del director de equipo que se encuentra sentado en un coche sin sufrir los esfuerzos de la carrera.
Gran idea la del Tour de Francia de suprimir los pinganillos en determinadas etapas, pero vergonzoso que los equipos y la UCI no lo acepten. En esta película por desgracia para el espectador ganan los malos, y perdemos nosotros y el Tour de Francia.
